Está nerviosa. Tiembla. Siente el dolor de cada uno de los golpes que recibe. Sin embargo, ella encuentra su hogar al lado de él.
No es feliz. Pero quizás no lo fue nunca. Se apoya en su hermana, en la felicidad de ésta, en la boda, en el proyecto de futuro que tiene, en un final feliz.
Empieza a trabajar. Se le abre un nuevo mundo: el arte. las amistades también le ofrecen una nueva concepción del mundo. Pero ella vuelve. Vuelve a la oscuridad de los malos tratos, a la humillación, al pánico... Pero al final sale adelante. Abandona a su marido y con la ayuda de sus amigas y su hermana, logra reconstruir su vida, o al menos los pedazo que quedan de ella.
Cuando Icíar Bollaín sacó a la luz este film, la violencia de género no estaba casi ni identificada ante el ojo público. Era un asunto privado que solo les concernía a ellas y a sus maridos.
En los tiempos que corren, esto ya no es así. Los medios se encargan de difundir el sufrimiento de tantas y tantas mujeres acalladas a lo largo de innumerables generaciones. La ley protege a las maltratadas y busca les busca un refugio donde hallar paz. Cada vez son más los casos de condena por violencia de género.
Es una actitud machista, pero también trata sobre la represión y el dolor que están dispuestas a tolerar las mujeres por parte de sus agresores, ya sean estos los maridos, novios, ex- novios celosos... ¿Por qué aguantamos la violencia? ¿Por qué seguimos creyendo en el amor por encima de todo? ¿por qué creemos que todo va a cambiar?
Cualquiera puede sufrir agresiones: yo, vosotros, mis hermanas, mis primas, mi madre... ¿Toleraríamos que lo ocultara?
Es un tema de debate en auge en la actualidad, un tema que ha logrado dejar oír voces hasta entonces silenciadas. Pero el problema no pasa por la solución única que propone el poder judicial. Pasa por la educación hacia la igualdad inculcada desde la más tierna infancia, pasa por la manera de relacionarse con el sexo opuesto con respeto...
Ya se sabe lo que dice el refrán: "Más vale prevenir que curar"....
